viernes, 16 de septiembre de 2016

A veces...

 A veces las personas desprenden un brillo. Ocurre durante una pequeña fracción de segundo, toda la riqueza que poseen asoma a la superficie y desprenden una luz que aparece y desaparece en un parpadeo. Pasa lo mismo con algunas estrellas, las que llamamos fugaces. ¿Nunca te has preguntado por qué a ellas les pedimos deseos y no a las demás? Creo que en el fondo todos sabemos que es esa clase de brillo y no otro, el brillo efímero, el que posee verdadera magia.
 Pocas veces he visto el brillo del que te hablo en una persona, porque todos lo llevamos muy escondido, está aferrado a nuestra esencia. Pero sé que cuando lo ves, cuando estás en el lugar indicado, en el momento indicado y el brillo aparece frente a ti no se olvida. Y por muy poco que dure su presencia, antes de que se desvanezca sabrás que, después de eso, ya no quedan más deseos que pedir.

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