miércoles, 24 de agosto de 2016

Ella

A ella se le daba bien nadar, porque sabía fluir. No sé si se trataba de una capacidad aprendida o si la poseía de nacimiento, pero su facilidad para fluir era innegable. Podía pasarse horas danzando en su elemento; se habría perdido en las aguas sin dudarlo un segundo si la biología no hubiera sido tan cruel al no darle branquias. Personalmente, creo que ella sabía algo del mar que los demás desconocemos. Su capacidad, como ya dije antes, no era tanto la de nadar sino la de fluir. Se dejaba llevar siempre por la corriente, el viento o la vida, nunca oponía resistencia y por eso pienso que sabía más que el resto. No temía al devenir, tenía plena confianza en el destino y se limitaba a bailar las horas, sin pensarlas, ni contarlas, ni entenderlas.
Ella siempre supo fluir.

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